lunes, 4 de agosto de 2008

PADRE NUESTRO

Padre nuestro que nos has creado arrancándonos como un destello de tu corazón de oro... Que estás en los cielos limitados de cada dolor y de cada enfermedad... Que estás en la sangre que se derrama... Que estás en el cielo sin distancias del amor... Santificado sea tu nombre... Santificado y repetido con orgullo, con la satisfacción del hijo del poderoso... Venga a nosotros tu reino... Llegue a los hombres la sombra de tu sabiduría... Venga a nosotros la brisa que impulsa la vela, venga pronto la señal de tu hijo (mi añorado hijo), vengan a nosotros las otras verdades de tu reino... Hágase tu voluntad en la tierra y en los cielos... Y que el hombre sepa comprenderlo... Que los espíritus conozcan que nada muere o cambia sin tu consentimiento... Que no perdamos el sentido de tu última palabra: “amaos”... Hágase tu voluntad aunque no la entendamos... El pan nuestro de cada día dánosle hoy. Danos el pan de la paciencia y del reposo, danos el pan de la alegría de los pequeños momentos... Danos el pan de las promesas... Danos el pan del valor y la justicia... Y el fuego y la sal de la compañía... Y también el llanto que limpia... Danos, Padre el rostro sin rostro de tu imagen... Y perdona nuestras deudas... Disculpa nuestros errores como el padre olvida la torpeza del hijo... Perdona las tinieblas de nuestro egoísmo. Perdona las heridas abiertas... Perdona los silencios y el trueno de las calumnias. Perdona nuestra pesada carga de desconfianza... Perdona a este mundo que a fuerza de soledad se está quedando solo... Perdona nuestro pasado y nuestro futuro... y no nos dejes caer en la tentación... Líbranos de la ceguera de corazón... No nos dejes caer en la tentación de la riqueza ni la miseria y estrechez de espíritu... Líbranos padre de toda certidumbre y seguridad materiales... Líbranos de la tentación de olvidarte...

J.J.Benítez; Caballo de Troya 2

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